11 mar 2010

ANTONIO ELIO BRAILOVSKY 2

El Cambio Climático en la Argentina
por Antonio Elio Brailovsky
Lic. en Economía Política. Especialista en medio ambiente
y ecología, escritor. (Bs. As.)

Queridos lectores de Guía Hueney, como yo, muchos ambientalistas advertían los cambios en un futuro próximo, pero pocos escucharon. Esto escribí en el año 2004:
A partir de la revolución Industrial iniciada en Inglaterra a mediados del siglo XVIII, la nuestra es una civilización del humo. Desde ese momento, estamos lanzando a la atmósfera gases que están cambiando las condiciones térmicas del planeta y provocando el efecto invernadero.
Todas las sociedades humanas se desarrollan suponiendo un cierto tipo de condiciones climáticas. El clima es, para nosotros, un eje organizador y una hipótesis implícita de continuidad. Edificamos a una cierta distancia del río, porque allí vamos a tener facilidad de abastecimiento de agua pero, al mismo tiempo, nos vamos a ver libres de inundaciones. Si comienza a llover más que antes, nuestras ciudades se inundarán. Si llueve menos, tendremos problemas para el abastecimiento de agua.
Por los condicionamientos que nos impone nuestra cultura, nos resulta difícil de percibir la magnitud de sus efectos sobre las sociedades humanas.
A lo largo de la historia, el clima ha cambiado muchas veces.
Tuvimos una Edad Media bastante cálida y un Renacimiento tan frío, que los climatólogos usan la expresión "pequeña edad del hielo" para referirse al período que va desde el descubrimiento de América hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Estos cambios han sido habituales en nuestro planeta. Sin embargo, esta vez hay una diferencia cualitativa: es la primera vez en la historia humana que nuestra conducta como especie está cambiando el clima de la Tierra. Tal vez estemos acelerando y profundizando un proceso natural que, sin la acción humana, se hubiera dado con mucha mayor lentitud y un menor impacto sobre nuestra vida.
Así, desde mediados del siglo XIX, la temperatura no ha dejado de subir, pero ahora el ritmo se va acelerando. La contaminación hace que lo que en otras épocas ocurría con lentitud, ahora suceda a un ritmo que hace muy difícil la adaptación.
Si el cambio climático ya es inevitable, lo que nos queda es establecer una estrategia de adaptación. Y para eso, lo mejor es tener una idea de lo que puede ocurrir en la Argentina. Saber lo que se viene es la mejor manera de poder actuar sobre eso.
¿Cuándo va a pasar esto? Ya está ocurriendo. La mayor frecuencia de avisos de alerta meteorológico de los últimos tiempos es sólo un anuncio de lo que se viene.
La economía del país cambiará porque algunas zonas dejarán de ser aptas para los cultivos actuales, algunas veces por falta y otras por exceso de lluvias. Habrá también cambios en las condiciones sanitarias, al extenderse las enfermedades tropicales y subtropicales como el dengue y la leptospirosis.
Cada una de estas situaciones requiere de la organización de respuestas, tanto en el terreno agronómico como urbanístico y sanitario. Es el momento de definir estrategias de adaptación en el corto, mediano y largo plazo, para un país que está cambiando. ¿En cuánto tiempo? En el curso de nuestras propias vidas.
En Argentina estamos viviendo una epidemia de dengue. Al igual que con las grandes pestes de la Edad Media, la única medida que se tomó ha sido aguardar la llegada del invierno, que permitirá ocultar el problema por unos meses.
Ha habido aquí una responsabilidad política en la lenta construcción de las condiciones sociales que generan la epidemia, y no es de los últimos meses sino de las últimas décadas y son responsables todos los que, a lo largo de muchos gobiernos, subestimaron la prevención sanitaria y no atendieron al problema de la pobreza creciente.
Transmito la vivencia de una gran epidemia en mi novela “El asalto al cielo”, fue de fiebre amarilla en 1871, con escenas que parecían sacadas de una crónica medieval. Esta epidemia mató buena parte de la población argentina. Puede leer uno de los capítulos en http://guiahueney.blogspot.com
Por esos azares de la vida, la enfermedad la transmitió el mosquito Aedes aegypti, el mismo que trasmite el dengue.
Estamos en una etapa donde es necesaria la toma de conciencia sobre las nefastas consecuencias de las que somos responsables los seres humanos.